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EL SUELO: RAÍZ DE NUESTRA VIDA Y FUTURO

Hoy, en el Día Mundial del Suelo, estamos en el momento perfecto para reflexionar sobre uno de los recursos más valiosos y vulnerables de nuestro planeta: el suelo.  A menudo olvidado, es la base de la vida, y su preservación es esencial para garantizar nuestro futuro en la Tierra. En La Rioja, una región conocida por la excelencia de sus productos, proteger el suelo no debería de ser solo una necesidad ecológica, sino también un compromiso con nuestra identidad y legado de futuro.

La Rioja se distingue por su diversidad de paisajes y suelos especialmente propicios para el cultivo, que no solo ofrecen características únicas a los productos riojanos, sino que también cuentan historias de siglos de interacción entre el ser humano y la naturaleza.

El camino hacia una tierra saludable y sostenible
Nuestra relación con la tierra está en un punto de inflexión. Durante décadas, hemos priorizado una agricultura intensiva que, aunque ha aumentado los rendimientos a corto plazo, ha traído consigo graves consecuencias que amenazan con “arruinar” este patrimonio natural: deterioro del subsuelo, pérdida de biodiversidad, erosión por prácticas de labrado excesivo y el uso indiscriminado de productos químicos que dañan la salud de la tierra y nos hacen dependientes de ellos; comprometen tanto la productividad agrícola como la sostenibilidad ambiental.

El futuro de nuestra alimentación y la del planeta, exige un cambio profundo. Debemos aprovechar los avances científicos y la sabiduría de la naturaleza para rediseñar nuestra forma de cultivar, priorizando siempre la salud de la tierra.

La tierra no puede esperar: soluciones basadas en la ciencia y la naturaleza
La agricultura debe evolucionar hacia un modelo regenerativo, que no solo minimice el daño, sino que repare los suelos degradados. Conceptos como la sintropía o la silvicultura demuestran que es posible trabajar con la naturaleza en lugar de en su contra. La sintropía busca regenerar los ecosistemas, creando cultivos que se integran con la flora natural y potencian la biodiversidad, mientras que la silvicultura combina árboles, cultivos y ganado para construir sistemas agrícolas más resilientes y sostenibles.

Además, dejar atrás el uso de químicos que más que «fitosanitarios», son verdaderos «fitoadictivos», es crucial.  Estas sustancias han generado una dependencia que enriquece a las empresas productoras a costa de empobrecer los suelos y a los agricultores. La clave está en reemplazar estas prácticas por el uso de microorganismos beneficiosos, compost de calidad y rotaciones de cultivos -en los que sea posible- que mejoren naturalmente la fertilidad del suelo.

El ecologismo y la sostenibilidad en la agricultura no son sólo tendencias globales, sino necesidades urgentes en una región como La Rioja, donde la economía y la cultura están profundamente ligadas al entorno. La adopción de prácticas sostenibles en la agricultura no solo ayuda a conservar el suelo, sino que también potencia la calidad de los productos, reforzando su prestigio en el mercado global.

En este sentido, muchas empresas riojanas ya están liderando el cambio con iniciativas de agricultura ecológica, reducción del uso de pesticidas y fertilizantes químicos, y estrategias de manejo del agua más eficientes. Programas de reforestación en áreas propensas a la erosión y el uso de cubiertas vegetales para proteger la capa superficial del suelo están ayudando a frenar la pérdida de recursos.

Y las certificaciones como el sello de agricultura ecológica y las denominaciones de origen, no solo avalan la calidad, sino también el compromiso con la sostenibilidad y la biodiversidad.

La huella de carbono en la agricultura y el consumo
Mientras seguimos midiendo la riqueza en términos de posesiones materiales, olvidamos que la verdadera abundancia radica en un entorno sano y equilibrado. Medir y reducir la huella de carbono en la agricultura debe ser una prioridad.

Prácticas como el cultivo sin labranza, el uso de energías renovables y la reducción de emisiones en el transporte de alimentos son herramientas esenciales para enfrentar el cambio climático.

Aquí, los consumidores tienen un papel fundamental. No podemos ir de ecologistas mientras llenamos nuestra mesa con productos importados que han recorrido miles de kilómetros, generando un impacto ambiental desmesurado. Consumir productos de kilómetro 0, de temporada y de proximidad es una de las acciones más directas y efectivas que podemos tomar para apoyar la sostenibilidad.

De las quejas a las soluciones: es momento de actuar
Hablar de los problemas ya no basta. Necesitamos implementar soluciones y asumir responsabilidades. Cada actor tiene un papel que cumplir:
• Los agricultores deben adoptar prácticas regenerativas y abandonar la agricultura intensiva destructiva.
• Las instituciones tienen que fomentar políticas que incentiven el cultivo sostenible y la producción local.
• Los consumidores, con nuestras elecciones diarias, debemos dar ejemplo apoyando un modelo alimentario basado en el respeto al entorno.

Cultivar para el futuro: un modelo basado en la biodiversidad
La agricultura moderna debe abrazar la biodiversidad. Crear sistemas que imiten a los ecosistemas naturales no solo mejora la resiliencia de los cultivos, sino que también protege el suelo y fomenta un equilibrio natural que reduce la necesidad de insumos externos. Esto es posible mediante prácticas como el uso de cultivos de cobertura, la rotación de especies complementarias y la integración de hábitats para polinizadores y fauna beneficiosa.

En cultivos permanentes como la vid, los frutales o los frutos secos, existe una gran oportunidad para transformar el modelo agrícola tradicional hacia uno más sostenible y biodiverso. Integrar cultivos mixtos o incluso crear bosques comestibles permite aprovechar al máximo el potencial del suelo, aumentar su fertilidad de forma natural y reducir la necesidad de insumos químicos. En el caso del viñedo, reinventarlo como un cultivo mixto, en el que coexistan especies como aromáticas, leguminosas o árboles frutales, puede no solo mejorar la salud del terreno, sino también enriquecer el ecosistema circundante y diversificar la fuente de ingresos para los agricultores. Este enfoque se alinea con la tendencia hacia una agricultura regenerativa que cuida del entorno y, al mismo tiempo, ofrece productos únicos y de alta calidad, característicos de La Rioja.

Un cambio de paradigma urgente
La destrucción del subsuelo no es un problema invisible, es un grito de alerta que llevamos demasiado tiempo ignorando. Mientras sigamos confiando en las empresas que promueven soluciones químicas cortoplacistas y económicamente lucrativas solo para ellas, estaremos atrapados en un círculo vicioso sin salida.

El futuro en nuestras manos

Es hora de retomar el control, de trabajar junto a la naturaleza y de medir nuestro éxito no en toneladas de producción, sino en  la riqueza de nuestros ecosistemas y la salud de la tierra que dejaremos a las próximas generaciones . Cambiar nuestra manera de cultivar y consumir no es solo una opción; es el único camino para un futuro en armonía con el planeta.

En palabras de un proverbio popular, “cuidar la tierra es cuidar de nosotros mismos”. En La Rioja, proteger nuestro suelo es también cuidar de un legado cultural y natural único, que merece ser celebrado y conservado para siempre.

Proteger el suelo riojano es un acto de responsabilidad hacia el medio ambiente y las generaciones futuras. Es también una oportunidad para reforzar el valor añadido de los productos locales y mantener la competitividad en un mundo cada vez más consciente de la sostenibilidad.

En Taste of Rioja, creemos profundamente en el valor del producto riojano y trabajamos sin ánimo de lucro para promocionar a los productores y agricultores de la región.

Apoyar al productor local no solo fomenta la economía regional, sino que también asegura la preservación de prácticas agrícolas tradicionales y responsables, esenciales para la riqueza cultural y natural de La Rioja. Porque apostar por el producto riojano es apostar por un futuro en el que la sostenibilidad y la calidad vayan siempre de la mano.

Cada bodega, huerta y viñedo riojano depende de la salud de este recurso, lo que refuerza la importancia de trabajar unidos para cuidarlo y garantizar su sostenibilidad para las generaciones futuras.